Mitos y falsas ideas
Julio 2024
1.- Las enfermedades desaparecieron antes de que se introdujeran las vacunas debido a las mejoras higiénicas y sanitarias
Evidentemente, las mejoras en las condiciones higiénicas y sanitarias de un país contribuyen a disminuir la aparición de determinadas enfermedades y a que las personas enfermas puedan recuperar la salud más rápidamente y con menores secuelas.
Sin embargo, hay tres datos que quizás nos ayuden a entender mejor las cosas:
- Aunque la mayoría de las enfermedades prevenibles se presentan de forma cíclica (años con menos casos y años con más casos), la introducción de la vacunación masiva ha señalado un punto de inflexión en el que disminuyen espectacularmente los casos de enfermedad. La ganancia de años de vida esperados a lo largo del siglo XX fue muy notable, especialmente si consideramos la esperanza de vida al nacer, que ha pasado de 34,76 años en 1900 a 78,71 en 1998 en el conjunto de la población. Uno de los factores fundamentales que han influido en la caída espectacular de la mortalidad durante la etapa infantil han sido las vacunas
- Uno de los grandes hitos de estos últimos 30 años ha sido el desarrollo de las vacunas denominadas “conjugadas”. Estas vacunas han conseguido prácticamente eliminar las meningitis producidas por 3 bacterias: Haemóphilus influenzae tipo b, meningococo C y neumococo. Los casos de enfermedades en las que se ha introducido la vacunación han disminuido drásticamente. Esta disminución constante está directamente relacionada con la introducción de la vacunación, sin haber cambiado la epidemiología de la enfermedad en España
- En aquellos países en los que disminuyó la tasa de vacunación de tosferina (como ocurrió en Japón o en Suecia), aumentó alarmantemente el número de casos de tosferina y, lo que es más grave, el número de fallecimientos y secuelas neurológicas por esta enfermedad, evidenciándose la importancia de la protección de la vacuna.
2.- Las vacunas causan efectos indeseables, enfermedades e incluso la muerte
Las vacunas en la actualidad son muy seguras y el número de efectos secundarios de importancia es muy pequeño y, si lo comparamos con el beneficio que producen, podemos decir que este riesgo es desdeñable. Las vacunas son los fármacos a los que se les exige la máxima seguridad, dado que se administran a personas sanas en su mayoría y, sobre todo, en la edad infantil.
Sirva como ejemplo la vacuna frente a la difteria, el tétanos y la tosferina (DTP). La vacunación puede provocar una encefalitis (en la mayor parte de los casos leve) en un niño de cada millón de vacunados. Padecer cualquiera de las tres enfermedades puede ocasionar la muerte en 1 de cada 200 niños y producir una encefalitis (muchas veces grave e invalidante) en uno de cada 1000 niños que la padezcan.
Una de las informaciones más alarmantes para los padres es aquella que, hace unos años, saltó a los medios de comunicación indicando que podía haber una relación entre la vacunación DTP y la muerte súbita del lactante. Estudios serios a largo plazo han demostrado que esta relación era solo una coincidencia en el tiempo (la misma relación que habría con el hecho de que el niño hubiera tomado leche o haber salido a pasear en la calle).
España, uno de los países con tasas de vacunación más altas en todo el mundo es, sin embargo, uno de los países con menos casos de síndrome de muerte súbita del lactante.
La vigilancia de los efectos adversos que pueda presentar una vacuna es muy estricta y comienza con los primeros estudios en su desarrollo y nunca termina mientras la vacuna está comercializada. Existen organismos en todos los países que se dedican a la evaluación de cualquier evento adverso que pueda aparecer.
3.- Algunas vacunas pueden causar autismo y otras enfermedades raras
Algunos grupos de personas que se agrupan bajo la denominación de “Grupos para la Libertad Vacunal” señalan que las vacunas son responsables de las más diversas alteraciones como el autismo infantil, el aumento de casos de cáncer, la leucemia, la esclerosis múltiple, esterilidad, enfermedad de Alzheimer y una larguísima lista de graves enfermedades.
Todas estas afirmaciones se basan en la siguiente premisa: “desde la introducción de los programas de vacunación masiva se diagnostican más casos de todas estas enfermedades”.
Lo único cierto es que no hay ninguna prueba, ni ningún estudio, hoy en día, que relacione la vacunación con estas enfermedades.
Hay que saber que:
- Muchas de las enfermedades supuestamente relacionadas con la vacunación ya existían antes de aparecer la vacuna
- El aumento que se ha producido en la frecuencia de algunas de estas enfermedades ya se había iniciado antes de la vacunación
- En muchas ocasiones, no se ha producido un aumento real de la frecuencia sino que simplemente se diagnostican mejor gracias a los avances de la medicina
- El que dos cosas ocurran al mismo tiempo, no indica que estén relacionadas. Si así fuera, podríamos hacer responsables a los programas de vacunación de la llegada del hombre a la luna o del cambio climático
- Existen otras posibles razones para el aumento de frecuencia de estas enfermedades (entre otros, la supervivencia a más largo plazo de enfermos crónicos) que podrían ser responsables de estas enfermedades
- Hay que distinguir siempre entre “causalidad” y “casualidad”. Los expertos en seguridad de las vacunas de todos los países trabajan a diario en la evaluación de cualquier evento que pueda aparecer tras la administración de una vacuna. Como los pediatras, estos profesionales analizan cualquier evento que pueda aparecer para garantizar la máxima seguridad de las vacunas que se administran, estudiando si existe “causalidad” o no
4.- Recibir muchas vacunas para distintas enfermedades a la vez, aumenta el riesgo de efectos indeseables y puede sobrecargar el sistema inmunológico
Uno de los argumentos utilizados contra la utilización de las vacunas y, sobre todo, de la aplicación simultánea de varias vacunas es que, al exponer al sistema de defensa del cuerpo (el sistema inmunológico) a tantos antígenos vacunales, puede producirse una respuesta no deseada e, incluso, un mal funcionamiento de este sistema de defensa. Nada más lejos de esa realidad.
Hace pocos años se realizó un estudio para comprobar el número de antígenos a los que se exponía un niño durante su programa vacunal, encontrando que esta cifra era de 126.
Como muchas otras situaciones, si miramos esta cifra así, sin más, podríamos decir: “es cierto, son muchos estímulos para el sistema de defensa”. Pues bien, cuando un niño tiene un resfriado común se expone a entre 4 y 10 antígenos (¿cuántos resfriados tiene un niño a lo largo de su infancia?). Si padece una laringitis, se expone a entre 25 y 50 antígenos de una vez. El mero hecho de jugar en el parque expone al niño a una gran cantidad de antígenos.La realidad es que, de forma natural, los niños están expuestos a una elevadísima cantidad de estímulos antigénicos para su sistema de defensa y es precisamente este estímulo el responsable, en parte, de que el sistema defensivo funcione correctamente. Nuestros niños, desde el nacimiento, se van exponiendo a determinados antígenos que permiten la maduración del sistema inmune a través de la memoria inmunológica. Las vacunas “imitan” ese mecanismo natural, permitiendo generar una respuesta protectora sin necesidad de padecer la enfermedad.
El Instituto de Medicina de los Estados Unidos de Norteamérica, una institución independiente y no gubernamental, declaró ya en 1994 que el número de antígenos contenidos en las vacunas infantiles no parece una carga apreciable para el sistema inmunológico.
5.- Algunas vacunas contienen mercurio, que es tóxico para el sistema nervioso central
Durante mucho tiempo, en la fabricación o conservación de algunas vacunas, se ha utilizado como conservante el timerosal (una sal orgánica que contiene etilmercurio) por sus propiedades antimicrobianas. Sin embargo, desde hace bastantes años se fue reduciendo la cantidad de timerosal utilizado o se ha eliminado completamente, sustituyéndolo por otros compuestos para la conservación y fabricación de aquellas vacunas que antes lo contenían.
Hoy en día, ninguna de las vacunas que se utilizan en los calendarios vacunales de las distintas comunidades autónomas españolas, contiene esta sustancia.
¿Es tóxico el timerosal?
No se ha podido demostrar que el timerosal o tiomersal, incluido en las vacunas, interfiera con el desarrollo cerebral del feto o el lactante. Tampoco se ha demostrado una relación con enfermedades, como el autismo, o con el retraso del desarrollo psicomotor.Si no es tóxico, ¿por qué se ha retirado?
Por un principio de prudencia básico y por la alarma social que se ha creado alrededor de esta sustancia. Aunque las cantidades de mercurio a las que podía estar expuesto un niño español antes de los 14 años de edad por la vacunación serían muy inferiores a las que se consideran tóxicas por los diferentes organismos mundiales, una vez que ha sido posible, se ha considerado oportuna su sustitución por otros compuestos inocuos.
6.- Algunas vacunas contienen aluminio, que es tóxico para el sistema nervioso central
El aluminio es un metal ligero presente en el medio ambiente que se deposita en el suelo y agua, acumulándose en los cultivos, y organismos terrestres y acuáticos. La principal vía de exposición de la población general es por consumo de alimentos y bebidas con altas concentraciones de dicho metal, bien sea porque contiene el metal de forma natural, por adicción de aditivos con aluminio, o por migración de materiales en contacto con alimentos.
Los alimentos de origen vegetal y el agua son los alimentos que presentan mayores concentraciones de aluminio de forma natural, y los cereales son los alimentos que tienen mayor cantidad de aditivos con aluminio.
¿Sabe Ud. que hay más aluminio en la leche materna que les damos a nuestros bebés los primeros 6 meses de vida que el aluminio que el que reciben en todas las vacunas juntas en ese mismo tiempo?