Cae la detección de casos de sarampión en España
La pandemia de COVID-19, declarada por la OMS el 11 de marzo de 2020, está teniendo un impacto extraordinario, tanto por el número de enfermos y fallecidos, como por la interferencia y las disfunciones impuestas al conjunto de los servicios y programas de los sistemas sanitarios. Si bien este efecto es patente en todo el mundo, se manifiesta con distintas formas e intensidad en cada país; en los que cuentan con menos recursos, el impacto puede llegar a ser brutal, pero también puede llegar a serlo en los que cuentan con una mejor situación de partida.
En países de nuestro entorno la pandemia ha ocasionado la saturación y el bloqueo de muchos centros sanitarios por las recomendaciones de no acudir a los mismos salvo urgencia y observar el distanciamiento social y, sobre todo, por la desviación de los recursos a la atención de los enfermos con COVID-19, que, con una incidencia y gravedad inusitada, absorbió al sistema sanitario:
- Como consecuencia de ello, numerosos pacientes y dolencias han quedado sin atender o lo han sido con demora o insuficientemente (tuberculosis, eventos cardiovasculares [Lay PH, et al. JAMA Cardiol. 2020, 19 de junio], emergencias en general [MMWR. 2020;69(25):795-800], cáncer [J Glob Health. 2020;10(1):010367], etc.).
- También se ha constatado una reducción importante de las vacunaciones básicas de la población, aspecto que se espera pueda estar siendo ya recuperado, al menos, en parte. La pérdida de vacunaciones es una consecuencia de la pandemia que ha sido constatada en numerosos países.
Un nuevo efecto a añadir a los ya documentados es el deterioro de los sistemas de vigilancia epidemiológica. Las exigencias que ha impuesto la pandemia al sistema sanitario en su conjunto y a los servicios asistenciales y a los de salud pública en particular, han sido de muy elevada intensidad. Por lo tanto, podría esperarse una reducción de la capacidad de detección de enfermedades inmunoprevenibles, así como de la de su control, seguimiento y estudio. Se presentan, a continuación, algunos datos referidos al sarampión en España, que ilustran la merma en la efectividad de la vigilancia epidemiológica en los meses de mayor presión por la pandemia.
Reducción de la notificación de casos de sarampión en 2020, en España
En los años precedentes, la incidencia del sarampión en España ha crecido levemente (desde 0,8 casos/millón en 2015 y 2016, a 6,2 en 2019).
Las primeras ocho semanas de este 2020 parecían mantener la tendencia creciente, comparando con las cifras promedio de los diez años anteriores (ver imagen de arriba: 60 casos hasta la semana 9/2020 frente a 17 en el mismo periodo en 2019).
Sin embargo, a partir de la semana 9/2020 se observa una drástica reducción de la notificación de nuevos casos. En la semana 15/2020 se observa un repunte de casos y se sigue de un nuevo parón en la notificación de nuevos casos de sarampión, que se mantiene en la última semana 29/2020, la última reflejada en los boletines epidemiológicos semanales (n.º 30, semana 29/2020) del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) a la fecha.
Del mismo modo, a esta fecha, solo cuatro comunidades (Cataluña, Galicia, Madrid y Murcia) han comunicado casos, frente a 10 en el pasado año en las mismas fechas. De los 91 casos registrados, 71 corresponden a Cataluña, 17 a Galicia, dos a Madrid y uno a Murcia.
El propio CNE, a partir del boletín n.º 12 correspondiente a la semana 11/2020, advierte de que las circunstancias impuestas por la pandemia pueden estar distorsionando las cifras aportadas. La nota del CNE se muestra en la imagen adjunta.
Es muy probable que la reducción de la notificación de casos nuevos de sarampión corresponda, por tanto, a una pérdida de efectividad del sistema de vigilancia epidemiológica, por la presión de la pandemia en los distintas etapas de la misma: detección clínica de los casos sospechosos -probablemente una barrera importante-, estudio de las sospechas notificadas, comunicación de los datos desde las comunidades autónomas y procesamiento de los datos en el CNE.
Si la reducción de los casos de sarampión correspondiera, como bien puede ser, con un incremento de los casos no diagnosticados, es posible que cada uno de ellos de lugar a nuevos casos, aunque no es probable que la cadena de transmisión se prolongue, habida cuenta de los elevados niveles de cobertura vacunal en España. Los casos secundarios ocurrirían en los lactantes menores de un año aún no vacunados por la edad, y los no (o mal) vacunados en general (entre estos, los colectivos vulnerables como los inmigrantes y otros con menor acceso a las vacunaciones, y los adultos jóvenes, una franja de edad con mayor riesgo de infrainmunización en nuestro medio).
Una hipótesis a considerar es que el confinamiento y las demás medidas de distanciamiento social hayan contribuido a reducir la transmisión y, por tanto, los casos de sarampión en la comunidad. Resulta una posibilidad verosímil, que habría que estudiar.
Importante: elevar el índice de sospecha del sarampión
Además de explorar la hipótesis de que en realidad haya habido una verdadera reducción de casos como consecuencia de las medidas de distanciamiento social, para encarar el fenómeno de la probable pérdida de efectividad de la vigilancia epidemiológica del sarampión, sería importante:
- Incrementar el índice de sospecha clínica de sarampión.
- Poner en marcha, por parte de los servicios de salud pública, acciones para recuperar la sensibilidad del sistema y concienciar a los profesionales, a la población y a las propias estructuras de salud pública de la necesidad de detectar, notificar e investigar todas las sospechas de sarampión.
Sarampión: definición de caso. Protocolos RENAVE, 2013, actualizados en 2016.
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Más información:
- Otras noticias anteriores sobre el sarampión y sus vacunas en esta web.
- Las vacunas del sarampión en el Manual de Vacunas en línea de la AEP.