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En Italia, en el caso de las vacunas, juegan con fuego

07 agosto 2018
Fuente: 
Elaboración propia a partir de varias fuentes.
Con coberturas vacunales bajas y un movimiento antivacunas en auge, el gobierno italiano comienza a desmontar la vacunación obligatoria después de solo un año de vigencia.

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Protesta en Roma contra la vacunación obligatoria, en junio de 2017. Foto: Simona Granati / Corbis via Getty Images, para The Guardian, 11 de julio de 2018 [1].

Matteo Salvini y Giulia Grillo, ministros del Gobierno italiano

Matteo Salvini (Liga Norte [2]), el ministro de Interior y viceprimer ministro italiano ha declarado [3] hace poco que “… diez vacunas obligatorias son inútiles y en bastantes casos casi peligrosas …” y que “a la ministra Grillo le he empezado a hablar de este tema”. Según explicó, su prioridad es “que todos los niños entren en clase, vayan al colegio” aunque no estén vacunados. 

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Matteo Salvini, ministro del Interior italiano. Foto: Massimo Percossi / AP para La Vanguardia, 22 de junio de 2018 [3].

Roberto Burioni, microbiólogo de Milán, contestó [4] enseguida en las redes sociales: “no, ministro Salvini, diez vacunas no son inútiles o dañinas, también te protegen a ti, a tus hijos y a tus electores”. También explicó [5] que “es una mentira peligrosísima y si lo dice quien tiene la responsabilidad de la seguridad de mi país es muy preocupante”.

La ministra de Sanidad, Giulia Grillo (M5E [6]), se ha apresurado a dejar claro [7] al ministro del Interior que el asunto de las vacunas no le compete. Grillo citó el programa de gobierno que acordaron con la Liga Norte, que preveía reformar la ley aprobada por la anterior ministra [8], Beatrice Lorenzin, sin cuestionar su efectividad. La ministra trató de zanjar la cuestión diciendo que las vacunas “son un instrumento de prevención fundamental” y que “la única discusión a nivel político es la mejor manera a través de la cual proponerlas a la población”.

Giulia Grillo, ministra de Sanidad

Por su parte, Alberto Villani, presidente de la Società Italiana di Pediatria afirmó [7] que: "Las 10 vacunas [obligatorias] son seguras, efectivas y esenciales para garantizar la protección de toda la población de enfermedades graves, peligrosas y potencialmente mortales", y a continuación que "es deseable que la ministra Giulia Grillo tome decisiones, científicamente validadas, para apoyar todo el calendario de vacunación y proteger la salud pública de todos los ciudadanos".

Un creciente movimiento antivacunas aprovecha las redes sociales para extender sus mensajes

Hace pocos días, Iván Zaytsev, jugador del equipo olímpico italiano de voleivol, publicó en sus redes sociales una foto [9] con su hija de 7 meses celebrando su “valor”, ya que apenas había perdido la sonrisa mientras recibía una vacuna. Inmediatamente comenzó a recibir un aluvión [1] de críticas, insultos y muestras de odio, que ha sorprendido por su virulencia hasta el punto que ha tenido que intervenir la policia para investigar su origen.

Comienzan a desmontar la vacunación obligatoria

Tras las pasadas elecciones en marzo y una vez que la Liga Norte y el M5E lograran un acuerdo para formar gobierno, se anunció que este podría derogar la vacunación obligatoria [10], vigente solo desde el comienzo del pasado curso escolar [8].

Pues bien, ahora, pese a que los cambios normativos del curso pasado parecen empezar a dar algún fruto (Ann Ig. 2018;30:1-10 [11]), los partidos políticos que sostienen al gobierno italiano han dado un paso adelante y han logrado que el Senado italiano apruebe [12], el pasado 3 de agosto, una modificación de la norma que exigía la acreditación de estar correctamente vacunado para ingresar en los centros educativos. No obstante, la ministra Grillo, adelantándose a la aprobación del Senado, ya había emitido, antes, instrucciones para que los centros escolares no exigieran dicho requisito, de cara al curso que comenzará tras el verano, que podría ser sustituido por una simple declaración de los padres [13].

Preocupación en Europa

Con esto, la norma aprobada hace un año pierde fuerza, ya que permite, en la práctica, demorar o rechazar las vacunaciones sin apenas control. Si sumamos el auge del movimiento antivacunas italiano (hasta ahora dicen que muy ruidoso pero minoritario [14]), resulta un panorama muy preocupante para la salud pública en Italia y en Europa (Front Pharmacol. 2018;9:574 [15]).

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