Paradoja: el aumento del nivel económico puede llevar a disminución de la cobertura vacunal
Países como Indonesia, Sudáfrica e Irak se encuentra ahora entre los países con más niños mal o no vacunados, según datos de UNICEF de 2017. Sus cifras de coberturas vacunales son peores que las de otros países de su entorno que son más pobres. Seth Berkley, director de GAVI (Global Alliance for Vaccines and Immunizations, Vaccine Alliance) aventura una posible explicación de este hecho (Nature. 2019;569:309).
GAVI, fundada en el año 2000, centra sus intervenciones en los países con los niveles más bajos de ingresos. En estos, se encarga, junto con el gobierno del país, de proporcionar las vacunas básicas. La aportación económica depende de los recursos disponibles en el país, puede ser del 100 % si es necesario y se va reduciendo a medida de que la recuperación y desarrollo del país lo hace posible. El objetivo es garantizar, al menos, el paquete básico de inmunizaciones de la OMS, pero no se limita a estas y alcanza a otras vacunaciones recomendadas por la OMS, como la del rotavirus, neumococo, meningococos y VPH.
El foco de GAVI son los 34 países que aún se mantienen en el nivel más bajo de renta per cápita. Según la clasificación del Banco Mundial: 34 países se encuentran en el nivel de ingresos brutos bajos (≤995 $/persona/año), 47 en el nivel de ingresos medios-bajos (996-3895 $), 56 con ingresos medios-altos (3896-12·055 $) y 81 con ingresos altos (≥12·056 $).
Cuando los países progresan, salen del ámbito de actuación de GAVI y dejan de recibir progresivamente sus fondos. Pero esto no significa que estén preparados para asumir la financiación de sus programas de vacunación. Sudáfrica, por ejemplo, tiene unos ingresos per cápita de alrededor de siete veces el de Ruanda. Sin embargo, solo el 66 % de sus niños reciben las tres dosis de la vacuna DTP del primer año, en comparación con el 98 % en Ruanda. También las nuevas vacunas (como la del neumococo, rotavirus y VPH) se están quedando atrás en los países de ingresos medios. Y no es que inviertan menos en vacunaciones, es que han de asumir un coste mayor: por ej., el paquete de vacunaciones básicas del primer año cuesta al gobierno de un país apoyado por GAVI unos 25 $/niño en promedio (el resto es aportado por GAVI), mientras que en uno que nunca ha estado bajo el paraguas de GAVI, el coste medio es de unos 90 $ por niño.
Las estimaciones son que en los próximos años más países y más población se incorporarán al nivel de ingresos medios, con lo que el problema iría a más. Y varios son los factores estresantes adicionales que actúan sobre su limitada capacidad para responder a este incremento de necesidades: urbanización progresiva, cambios en el medio ambiente, recepción de miles de personas desplazadas desde regiones próximas con pobreza extrema o amenazados por conflictos políticos y violencia, y los efectos de los frecuentes fenómenos climáticos extremos que destruyen las infraestructuras locales.
La reflexión final del director de GAVI es que las circunstancias descritas remarcan la necesidad de introducir cambios profundos en las estrategias seguidas por la OMS y las demás entidades, como la propia GAVI, con el fin de proteger a los países con niveles medios de renta, favoreciendo su capacidad de desarrollo de programas de salud eficaces, avanzar en equidad (“no dejar a nadie atrás”), y apoyarlos en las negociaciones para reducir los costes de adquisición de vacunas, entre otros objetivos.
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