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Vacuna de saliva de mosquito: ¿la solución universal frente a los arbovirus?

21 junio 2018
Fuente: 
The Journal of Infectious Diseases (IDSA)

Representación gráfica simplificada de las infecciones transmitidas por artrópodos (Wikimedia Commons / Wikipedia).

Los artrópodos constituyen el filo más numeroso y variado del reino animal, e incluyen más de un millón de especies de morfología y ciclo biológico muy diferentes, agrupados en subfilos como los correspondiente a los insectos, los arácnidos, los crustáceos y los miriápodos.

El término mosquito se aplica a un grupo de familias de insectos del orden de los dípteros. La importancia de los mosquitos en la salud humana es extraordinaria. Se ha estimado que causan la muerte de más de 750·000 personas al año en el mundo, lo que ha justificado la etiqueta de ser el "animal más peligroso" de cuantos hay en la naturaleza.

Las enfermedades transmitidas por vectores artrópodos, según la OMS:

  • Representan el 17 % de todas las enfermedades infecciosas y causan cientos de millones de casos y casi un millón de fallecimientos al año.
  • El paludismo y el dengue son las enfermedades transmitidas por vectores de mayor impacto mundial, tomadas individualmente.

El término arbovirus se aplica a una serie de virus, distintos taxonómicamente, que comparten la característica de ser transmitidos a través de la picadura o mordedura de los artrópodos. El número de casos y la extensión geográfica de las enfermedades causadas por esta categoría funcional de virus -las arbovirosis-, han aumentado notablemente en los últimos años, constituyendo, en muchos casos, verdades enfermedades emergentes o reemergentes (como el zika, chikunguña, dengue, fiebre del Nilo Occidental, etc.), un reto de gran envergadura para todos los sistemas sanitarios del mundo (JAMA. 2018;319(24):2471).

Nuevos enfoques para el control de las enfermedades transmitidas por vectores

Durante muchos años se ha puesto el énfasis en dos objetivos: el control de los vectores y vacunas frente a los microorganismos causantes de la infección:

  • Respecto al control de los vectores con el uso de insecticidas y otras líneas de investigación (por ej.: modificación de capacidad reproductiva y eliminación o reducción de las poblaciones de insectos), y sin renunciar a avances relevantes en este campo aplicados en entornos concretos, hoy es cada vez más patente que la eliminación o modificación biológica de los insectos no es un objetivo factible y probablemente tampoco deseable, pues se desconocen las consecuencias globales de estas acciones. El uso masivo de insecticidas no está exento de problemas y su uso muy probablemente deberá limitarse en el futuro.
  • El desarrollo de vacunas frente a microorganismos citados está siendo muy difícil. Con excepción de la fiebre amarilla, enfermedad de elevada mortalidad que cuenta con una excelente y experimentada vacuna, y las de la encefalitis centroeuropea y la encefalitis japonesa, que también cuentan con vacunas eficaces, el camino está tropezando con grandes dificultades (véase el caso de la vacuna del dengue).

En los últimos años, infecciones como el zika, el chikunguña, la fiebre del Nilo Occidental y otras, han mostrado capacidad para extenderse a zonas geográficas tradicionalmente libres de ellas y constituyen desafios importantes para la salud pública de extensas áreas del planeta. La impredictibilidad de los brotes es uno de los principales componentes de la incertidumbre (Lancet Infect Dis. 2018 jun 19;online first). El desarrollo de vacunas frente a estas infecciones está sembrado de dificultades.

En este contexto surgen nuevos enfoques en la lucha contra las infecciones transmitidas por vectores. Uno de ellos acaba de ser publicado recientemente: “Mosquito Saliva. The Hope for a Universal Arbovirus Vaccine?” (J Infect Dis. 2018;218(1):7-15).

Vacunas contra la saliva de los insectos

La saliva de algunos artrópodos juega un papel determinante en la capacidad infectiva de algunos de los microorganismos que contiene. Es el caso de arbovirosis transmitidas por Aedes aegypti y A. albopictus (zika, dengue, fiebre amarilla, chikunguña), de las leismanias transmitidas por flebotomos y de la Borrelia burgdorferi, transmitida por garrapatas.

La saliva del insecto activa los mecanismos inmunes innatos en el lugar de la picadura, creando un nicho donde los arbovirus se multiplican y se preparan para difundirse después a través del torrente sanguíneo del huésped. La saliva contiene una variable mezcla de productos, algunos con efecto vasodilatador y anticoagulante, además de otras proteinas cuya función, aún poco conocida, probablemente está enfocada a modular la respuesta inmune innata y adquirida del huésped. La reactividad local, en el lugar de la picadura, facilitaría, al menos inicialmente, la replicación viral y la probabilidad de difusión más allá de ella.

Mecanismo de acción propuesto para las vacunas frente a la saliva de los insectos (J Infect Dis. 2018;218(1):7-15)

Esta línea de investigación debe salvar numerosas dificultades: variabilidad en la composición de la saliva de distintos vectores, escaso conocimiento del papel de sus componentes, respuesta del huésped vacunado ante ulteriores y repetidas exposiciones, A. aegypti es capaz de albergar en sus glándulas salivares a varios arbovirus a la vez y se desconoce el potencial impacto de una vacuna antisaliva en la compleja interacción entre ellos, etc. Pero también encierra ventajas potenciales, como serían la capacidad de protección frente a varios microorganismos y la protección frente a peligros futuros, tras la eventual aparición (o reaparición) de nuevos (o viejos) microorganismos con capacidad de transmisión a través de vectores como los artrópodos. El tiempo dirá.

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