Las sociedades científicas exigen responsabilidad a las redes sociales
Los medios de comunicación y las redes sociales (en conjunto y genéricamente: “los medios”) son vehículos de difusión rápida y masiva de información. En el terreno de la salud, dan cauce tanto a la información rigurosa y veraz, como a la información sensacionalista, tendenciosa o directamente falsa, si bien esta última, con frecuencia, se extiende de forma más rápida y tiene mayor alcance (Science. 2018;359(6320):1146-51).
Aunque los medios suelen argumentar su neutralidad y que no son responsables de la información que circula a través de sus redes, para justificar su reticencia a plantear algún tipo de moderación de contenidos. Pero lo cierto es que proporcionan un excelente medio de difusión de información falsa (por ej. los casos de Amazon, YouTube y Facebook) que podría comprometer la salud pública. Un estudio reciente muestra como las propuestas contrarias a las vacunaciones encuentran mejor acomodo que las favorables en la plataforma YouTube (Vaccine. 2019;37(15):2057-61).
Papel de los medios de comunicación y las redes sociales en la promoción y la confianza (y desconfianza) en las vacunas
Numerosos estudios han mostrado que los medios de comunicación y las redes sociales juegan un papel muy importante en la conformación de la confianza (y desconfianza) de la población en las vacunas (Pediatrics. 2016;138(2):e20154658). Los grandes medios, por su extraordinaria difusión, tienen, por tanto, una gran responsabilidad social.
El éxito y la sostenibilidad de los medios dependen en buena manera de las audiencias, y con demasiada frecuencia se deja aparcada la responsabilidad social y optan por contenidos y técnicas de comunicación que buscan más el impacto directo e instantáneo y elevar las audiencias a cualquier precio, sacrificando el rigor y el compromiso social.
La autorregulación, idealmente, debería actuar de fuerza de equilibrio entre el rigor y la dependencia de las audiencias, pero la realidad impone no depositar demasiadas espectativas en ello. Por otra lado, la población, en su conjunto, parece tener una capacidad limitada para asumir alguna función reguladora promoviendo o rechazando el consumo de medios y productos según su rigor profesional. Queda, finalmente, el desarrollo de leyes y normativas que busquen encauzar o imponer el equilibrio.
Los grandes medios y corporaciones de alcance mundial se han mostrado poco proclives a aceptar la limitación de la difusión de noticias sensacionalistas, falsas o tendenciosas que pueden actuar en la población promoviendo percepciones, actitudes y conductas contrarias a la salud pública. Es el caso de las vacunas. Los movimientos antivacunas se apoyan en los medios para difundir sus mensajes y ganar adeptos (BMJ. 2019;364:l365).
La persistencia de casos y brotes de sarampión en países desarrollados (EE. UU., Europa, etc.), la reaparición de brotes por el mismo microorganismo de intensidad inusitada en países en desarrollo, las dificultades para hacer desaparecer los últimos rastros de la polio, el temor a las infecciones pandémicas, y la necesidad de contar con la colaboración y adherencia de la población a las recomendaciones de salud pública, han hecho que en los últimos meses se hayan levantado numerosas voces reclamando a los medios mayor responsabilidad y compromiso con los objetivos de salud pública.
Las sociedades científicas y las redes sociales
La reaparición de múltiples brotes de sarampión en EE. UU. ha hecho que la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics, AAP, editora de Pediatrics) y la Asociación Americana de Médicos (American Medical Association, AMA, editora de JAMA) se hayan dirigido a los grandes medios reclamando acciones concretas.
American Medical Association (AMA)
En la nota enviada por la AMA el pasado 13 de marzo de 2019 a Facebook, Google, YouTube, Twitter, Amazon y Pinterest, se destaca el valor de las vacunaciones y que “las reducciones que hemos visto en la cobertura de vacunación amenazan con borrar muchos años de progreso”. Por ello les piden acciones concretas para proteger a la población que busca información sobre vacunas, facilitando el acceso a fuentes fiables, aplauden lo ya hecho, pero les emplazan a seguir en ello, pues resultan insuficientes.
American Academy of Pediatrics (AAP)
A su vez, el pasado 4 de marzo de 2019, la AAP se ha dirigido a Google (YouTube), Facebook (Instagram y WhatsApp) y Pinterest, destacando que la información falsa que circula por sus redes pone en peligro la salud infantil, y les insta a tomar medidas para asegurar que la información veraz llegue a las familias que buscan información.
Respuestas de los medios a los requerimientos para moderar los contenidos
Las respuestas están siendo pausadas, pero parecen confirmar que los grandes medios han decidido limitar la difusión de información falsa, así parece, al menos, en los casos de Facebook y Amazon. En España, además, Facebook ha anunciado la contratación de empresas externas para colaborar en este objetivo.
Retos futuros
Hasta ahora han sido solo pasos iniciales, y el tiempo no tardará en descubrir su verdadero calado. El caso es que los grandes medios deben asumir su papel social como editores (creadores de contenidos) y formadores de opinión, mucho más allá del simple papel como meras empresas tecnológicas. El compromiso y las iniciativas de la ciudadanía, de las entidades científicas, de los profesionales sanitarios y de la información y de la clase política, tendrán que aliarse y sincronizarse si pretendemos alcanzar los objetivos.
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Adenda (10 de mayo de 2019): la red Instagram se suma al objetivo de frenar la difusión de información falsa y tendenciosa relacionada con las vacunas.
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Más información:
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