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Papel de la vacuna experimental del ébola en el desenlace del brote (parte 2)

17 julio 2018
Fuente: 
Elaboración propia a partir de varias fuentes.

Una sanitaria administra la vacuna contra el ébola en Mbandaka, RDC. Foto: Sam Mednick/AP. Fuente: New York Times, 28/junio, 2018.

El brote de ébola en la República Democrática del Congo (RDC) se declaró oficialmente el día 8 de mayo de 2018 y desde el primer momento se entendió que el uso de la vacuna V290 (rVSV-ZEBOV) debía de ser considerado para formar parte de la respuesta. 

El día 21 de mayo de 2018 se inició la vacunación con rVSV-ZEBOV. Se han vacunado a 3199 personas, sanitarios y contactos de los 53 casos registrados. El análisis del resultado en estas personas y su impacto en la evolución del brote está por hacer, pero, como mínimo, el uso de un producto experimental (hacer investigación) como parte de la respuesta a una emergencia humanitaria es un hecho extraordinario y permitirá extraer grandes lecciones.

Hacer investigación en el contexto de una emergencia es otro cantar

Hacer investigación necesita calma para seguir los protocolos establecidos que ponen rigor a la observación de los hechos y la calma no siempre es compatible con la respuesta a una emergencia. Por lo tanto, hacer investigación en este contexto exige un trabajo extra de adaptación. La OMS asumió desde el principio la responsabilidad ética y dio soporte legal al uso de un producto aún experimental como parte de la respuesta internacional al brote actual (N Engl J Med. 2018;378:2353-5).

Se ha utilizado la técnica de vacunación en anillos, que ya antes se había mostrado como una estrategia ágil y eficaz en respuesta a un brote de ébola (Lancet Infect Dis. 2017:17(12):1276-84). También se ha ofrecido la vacunación a todos los sanitarios intervinientes, hecho que ha resultado ser muy importante por aportar confianza a estos profesionales, reforzar su compromiso y evitar el pánico y su renuncia.

La aventura de los equipos sanitarios en el terreno

Esta parte es una historia impresionante. Con cada caso (confirmado o probable), y una vez ingresado y aislado en un centro de tratamiento, se iniciaba una aventura para identificar y localizar a todos sus contactos en las 3 semanas previas. 

Algunos de los contactos fueron atendidos y seguidos en los centros sanitarios instalados. Pero otros muchos tuvieron que ser intensamente buscados.

Para ello, los sanitarios debían trasladarse a áreas remotas, en equipos de 6 personas en 3 motocicletas, y preguntar a cientos de personas en el camino en busca de personas de las que en muchos casos apenas se conocia un nombre o un mote. Esta aventura era arriesgada de verdad y varios de los sanitarios y técnicos sufrieron accidentes. Llevaban consigo vacunas, convenientemente protegidas, que ofrecian a los contactos localizados. La tarea no acababa aquí, sino que después debían ser revisados con regularidad, para lo cual los sanitarios debían volver de nuevo al lugar de residencia de estas personas.

Sanitarios en busca de los contactos de enfermos. Foto de Lindsay Mackenzie/WHO. Fuente: Scientific American, 23/junio de 2018.

Diversidad étnica y cultural de la población

Una dificultad añadida fue la diversidad étnica y cultural de las aldeas en las que había que intervenir, pues era necesario lograr la aceptación de los habitantes. En Wangata, dos pacientes huyeron del hospital donde estaban siendo tratados, ayudados por sus familiares, para acudir a un centro religioso cercano. Este hecho podría haber cambiado la evolución del brote, lo cual no ocurrió pese a que ambos pacientes acabaron falleciendo, y pone de manifiesto la importancia de tomar en cuenta las particularidades culturales de la población y de conseguir la aceptación e implicación de los ciudadanos y de sus líderes locales.

(seguir a la parte 3 →)

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