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Objetivo: reducir la termosensibilidad de las vacunas

01 julio 2019
Fuente: 
Elaboración propia a partir de varias fuentes
Desarrollan un método sencillo para prolongar la vida útil de las vacunas mediante la desecación con azúcares, reduciendo su dependencia de la cadena del frío

[1]

Investigadores de la Universidad McMaster han desarrollado un procedimiento asequible para almacenar vacunas [1] frágiles durante semanas a temperaturas de hasta 40 °C, abriendo así el camino para que las vacunas virales vivas atenuadas puedan llegar a regiones remotas y empobrecidas del mundo.

La Universidad McMaster [2], ubicada en Ontario (Canadá), es una institución pública enfocada a la investigación, situada en los más altos puestos en las clasificaciones de las más importantes universidades del mundo, con especial reputación en los campos de las ciencias de la salud y las ingenierías. 

La necesidad de conservar las vacunas dentro de un estrecho rango de temperaturas (habitualmente entre +2 y +8 ºC) y la escasa estabilidad de estas (en particular de las vacunas atenuadas) cuando se exponen a temperaturas fuera de los límites señalados, constituyen un reto logístico extraordinario y una de las mayores dificultades para hacer llegar las vacunaciones a todos los rincones del mundo. Además, pueden justificar hasta el 80 % de los costes de los programas de vacunación. Por lo tanto, mejorar la estabilidad de las vacunas ante las temperaturas elevadas y reducir su dependencia de la cadena del frío es un objetivo prioritario y urgente.

El equipo investigador, compuesto por químicos, virólogos e inmunólogos de la Universidad McMaster, acaba de publicar sus hallazgos (Scientific Reports. 2019;9:7631 [3]). Los autores comienzan exponiendo el contexto general con los enfoques y las vías de investigación en curso que persiguen incrementar la estabilidad de las vacunas a las temperaturas elevadas y reducir la dependencia del mantenimiento de la cadena del frío y el suministro estable de energía eléctrica. 

El procedimiento desarrollado usa dos ingredientes conocidos y asequibles: pullulan (pululano [4] en español), un polisacárido de glucosa, y trehalosa [5], un disacárido de glucosa, obtenidos a partir de almidones y utilizados desde hace ya tiempo como conservantes en la industria alimentaria. Estos componentes son de fácil producción, baratos y ambos cuentan con la aprobación de la FDA estadounidense para los citados usos alimentarios. Se trata de un método simple, aplicable a las vacunas existentes, que permite ampliar la vida útil de estas sin necesidad de conservación en frío. Los autores probaron la desecación de virus ADN (VHS-2) y ARN (gripe) rodeándolos con una película con una mezcla de pululano y trehalosa, constatando así que mantenían su viabilidad tras 2 y 3 meses (respectivamente) a 40 ºC, sin afectar a su infectividad e inmunogenicidad en modelos animales.

[3]

El valor de los hallazgos descritos radica en que muestran un procedimiento técnico sencillo y asequible para proteger la termoestabilidad de virus atenuados, que podría ayudar a reducir los costes y resolver las dificultades para llevar vacunas a todos los rincones del mundo, prescindiendo, al menos en parte, de la conservación en frío. No obstante, queda un largo camino, tanto tecnológico y científico como en el ámbito de la regulación y autorización de nuevas vacunas (aplicar modificaciones sustanciales en vacunas en uso obligaría a recorrer nuevamente los procedimientos de estudios de seguridad y eficacia, previos a la autorización, lo que lo convertiría en un proceso poco factible).

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