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Muere Donald A. Henderson, artífice de la erradicación de la viruela

23 agosto 2016
Fuente: 
OMS
Donald A. Henderson, que dirigió los trabajos de la OMS para la erradicación de la viruela entre 1966 y 1980, ha muerto a los 87 años de edad.

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Donald A. Henderson [3] nació en 1928 en Ohio (EE. UU.) y ha muerto el 16 de agosto pasado, con casi 88 años de edad. Obtuvo el grado de MPH (Master of Public Health) en The Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health, en 1960 y trabajó en los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) hasta 1966, año en el que se desplazó a Ginebra para hacerse cargo del programa de la OMS para la erradicación de la viruela.

La viruela

La viruela ha sido una enfermedad terrible. Se estima que a lo largo del siglo XX ha causado el fallecimiento de 300 millones de personas [4], al menos. En 1966, cuando la OMS puso en marcha el programa diseñado para su erradicación, la enfermedad era endémica en Brasil y en numerosos países de África y Asia, causando unos 10 millones de casos y 2 millones de fallecimientos cada año.

D. A. Henderson y otros autores publicaron en 1988 un libro (de casi 1500 páginas y de acceso libre: F. Fenner, D. A. Henderson, I. Arita, Z. Jezek, I. D. Ladnyi Smallpox and its eradication [2]. Geneva: WHO; 1988) en cuyo primer capítulo se detalla la presentación clínica de la enfermedad con imágenes muy expresivas (en las páginas 8 a 18 se pueden ver imágenes del exantema del mismo paciente –un niño de 9 meses de edad– a lo largo de las 2 primeras semanas). Un documento muy instructivo.

Erradicación de la viruela

La viruela era devastadora, pero hoy ha desaparecido. D. A. Henderson dirigió el programa de la OMS que consiguió, en poco más de 10 años, de 1966 a 1977, este histórico hito: por primera vez se lograba erradicar una enfermedad transmisible. Globalmente, la campaña [5] puede resumirse en estas pocas cifras: un coste de 300 millones de dólares, más de 200 000 participantes en más de 70 países y más de 2400 millones de dosis utilizadas. Es de destacar la importancia que se atribuye al enfoque de las intervenciones de respuesta a los brotes identificados, vacunando a los grupos y poblaciones donde se identificaban casos, más que la vacunación masiva y universal en las zonas endémicas.

El último caso de viruela ocurrió en Somalia, en octubre de 1977. Y, en 1980, la OMS declaró oficialmente erradicada la enfermedad [6].

Después de la erradicación

Virtualmente, todos los habitantes del planeta menores de 40 años ni han sido vacunados ni han estado expuestos a la viruela. Este éxito encierra un reto extraordinario: ¿es posible la reemergencia de la viruela?, y ¿estamos preparados para afrontar una situación crítica de este tipo?

Recientemente, en mayo pasado, la OMS ha revisado [4] estos aspectos, centrándose en la seguridad de las reservas de los materiales biológicos activos y si deben destruirse ya todas las existencias (se mantienen reservas en 2 laboratorios de alta seguridad, controlados por la OMS en Atlanta, EE. UU. y Koltsovo, Rusia), ya que numerosos grupos de expertos están de acuerdo en que ya no son necesarias para afrontar posibles emergencias, porque se cuenta con:

a) La secuenciación genética completa de más de 50 aislados.

b) Una cantidad de vacunas de reserva (hay 3 vacunas aprobadas, además de las de primera generación) y capacidad para producirlas.

c) Test validados para el diagnóstico del microorganismo.

d) Antivirales en avanzado estado de investigación.

Tras el éxito de la erradicación de la viruela, la principal lección a aprender es la de no olvidar, manteniendo vivo el recuerdo y el conocimiento de la viruela y el virus que la produce. Es decir, no bajar la guardia.

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