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La COVID-19 está afectando a la vacunación frente al sarampión y la polio a nivel global

16 abril 2020
Fuente: 
Elaboración propia a partir de varias fuentes
La emergencia del nuevo coronavirus y la COVID-19 está ya interfiriendo con los programas de vacunación, sobre todo frente al sarampión y la polio en países con recursos limitados

[1] 

La irrupción de la pandemia de la COVID-19, entre los numerosos efectos que está teniendo a todos los niveles, está causando un gran impacto en el sistema sanitario de los países afectados, pues obliga a este a volcarse en la atención a los enfermos de COVID-19, redistribuyendo los recursos hacia ellos y relegando otros  objetivos prioritarios (Rev Pediatr Aten Primaria. 2020;22:11-3 [2]). 

Los programas de vacunación, principalmente en los países con recursos medios o bajos, están sufriendo los efectos de la pandemia, perdiendo recursos y financiación, y llevando a la demora o abandono de algunas actividades de vacunación. Las campañas complementarias de vacunación frente al sarampión y la polio, como respuesta a los brotes activos en algunas regiones, están siendo los primeros damnificados, al quedar suspendidas o pospuestas sin fecha precisa.

Impacto de la pandemia de COVID-19 en la vacunación contra el sarampión

[3]La OMS ha advertido [4], a través de la Measles & Rubella Initiative (M&RI [3]), que la extensión de la pandemia de COVID-19 podría hacer que más de 117 millones de niños perdieran la vacunación del sarampión por la suspensión o aplazamiento de las campañas complementarias de vacunación previstas este año en 37 países de recursos medios y bajos (24 países ya las han aplazado y otros 14 países sopesan hacerlo también). Según informa el New York Times, entre los países afectados [5] están: Bolivia, Chad, Chile, Colombia, República Dominicana, Etiopía, Honduras, Líbano, Nepal, Paraguay, Somalia, Sudán del Sur y Uzbekistán.

[5]Además, serían muchos millones más los niños que podrían quedarse sin su primera vacunación del sarampión incluida en los programas básicos de vacunación que también podrían verse lamentablemente afectados.

Si bien la OMS admite como inevitable la dolorosa decisión de los países afectados de aplazar las campañas complementarias de vacunación, también urge a sus autoridades sanitarias para que hagan los esfuerzos necesarios para mantener los programas de vacunación nacionales ya establecidos y que pongan en marcha las acciones de recuperación de niños no vacunados lo antes posible.

El sarampión causó más de 140·000 muertes en 2018

A pesar de contar con una vacuna segura y asequible, en 2018 hubo más de 140·000 muertes por sarampión en todo el mundo, la mayoría de ellas en niños menores de cinco años (OMS, diciembre de 2019 [6]):

  • En el mismo año, el 86 % de los niños, a nivel global, recibieron una dosis de la vacuna del sarampión.
  • Sin embargo, solo el 69 % recibieron la segunda dosis.
  • En 2018, fueron más de 22 millones los niños que quedaron sin vacunar, un tercio de ellos en India, Nigeria y Pakistán.

En contraste, entre 2000 y 2018, la vacunación evitó la muerte [7] de más de 23 millones de personas.

La suspensión de las campañas complementarias de vacunación y la demora o ralentización de los programas nacionales de inmunización infantil puede causar un importante repunte de los casos de sarampión y de las muertes y otros daños derivados.

Impacto de la pandemia de COVID-19 en la lucha contra la polio

[8]La Global Polio Eradication Initiative (GPEI), con miles de trabajadores y una extensa red de laboratorios y de vigilancia epidemiológica en África y Asia, está preparada y dispuesta a apoyar las acciones de preparación y respuesta a la pandemia de COVID-19.

El pasado 24 de marzo, en respuesta a la pandemia actual y para minimizar el impacto en la vacunación antipolio, el GPEI estableció las siguientes recomendaciones [9]

  • [10]Todos los programas nacionales de erradicación de la poliomielitis prestarán apoyo a la respuesta a la COVID-19. Concretamente, durante los próximos 4-6 meses, los equipos del GPEI (profesionales, experiencia técnica, redes de vigilancia y acción comunitarias, y capacidad logística) en todos los niveles (regional, nacional y local) deberían estar disponibles para apoyar la respuesta global a COVID-19 [10]. El personal de GPEI que apoya las actividades de primera línea de la COVID-19 debe recibir la capacitación, los materiales, el equipo y la logística necesarios para hacerlo de manera segura. 
  • Las tareas críticas relacionadas con la vigilancia de la parálisis flácida aguda y de las muestras ambientales deben seguir siendo una prioridad. 
  • Todas las actividades contra la poliomielitis que contravengan la recomendación general sobre el distanciamiento físico, como las actividades de vacunación de casa en casa u otras similares, deben suspenderse para evitar colocar a la población y a los sanitarios de primera línea en riesgo. Todas las campañas complementarias previstas (con vacunas atenuadas monovalente con VP2 -mOPV2- y bivalente -bOPV-) deben posponerse hasta la segunda mitad de 2020, tras una nueva reevaluación de la situación.
  • Los trabajos para la puesta a punto de la nueva vacuna oral contra la poliomielitis tipo 2 (nOPV2), deben continuar sin demora. 

Situación de la polio en 2019

El año 2019 ha sido un mal año para la polio; se registró un incremento notable de casos respecto al año anterior: 

Sin duda, la urgencia de la respuesta a la pandemia actual causará un repunte de los casos de polio en los países afectados por esta. Una vez superada o estabilizada la crisis de la pandemia por COVID-19, los países endémicos de polio salvaje y los que sufren casos por el virus derivado de la vacuna oral, tendrán por delante la tarea de recuperar los niveles de inmunización de sus poblaciones.

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