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Fiebre amarilla: la vacuna es la solución y a la vez el problema

10 agosto 2016
Fuente: 
NEJM

Noticia de elaboración propia, basada en el artículo de Alan Barret publicado el 28 de julio de 2016 en la revista New England Journal of Medicine.

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La vacuna de la fiebre amarilla (cepa 17D) fue desarrollada en 1930 por Max Theiler (quien obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1951). Desde entonces ha sido aplicada a más de 650 millones de personas, con gran eficacia: una dosis protege durante, probablemente, toda la vida. No obstante, la enfermedad no se ha logrado controlar y se estima que causa actualmente 180 000 casos y 78 000 fallecimientos cada año en todo el mundo.

Desde diciembre de 2015, se ha constatado el resurgimiento de la enfermedad en África y así, el 19 de mayo pasado, la OMS la declaró como “un serio problema de salud pública”. El brote comenzó en Angola, donde, a pesar de haberse distribuido más de 12 millones de vacunas, la enfermedad sigue activa y se ha extendido a la República Democrática del Congo, Kenia y China.

Los casos afectan sobre todo a habitantes de las grandes ciudades, lo que parece traducir un cambio en los patrones clásicos de transmisión del virus: de un predominio rural, con un ciclo mono-mosquito-mono y el humano como huésped ocasional, a otro urbano, con una transmisión primordial entre humanos.

La confirmación de la exportación de 11 casos desde Angola a China es particularmente preocupante, ya que antes nunca se había registrado ningún caso de la enfermedad en el continente asiático, pese a la presencia habitual en este país del mosquito Aedes aegypti. Estos casos despiertan la sospecha de que la regulación internacional relativa a esta enfermedad no está siendo eficaz. No obstante, China produce la vacuna 17D, por lo que es de esperar que sea capaz de controlar los brotes, si se dieran.

Siendo la vacuna tan efectiva, ¿por qué la fiebre amarilla sigue siendo un problema? Las respuestas posiblemente obedezcan a las leyes de la oferta y la demanda.

La vacuna 17D se fabrica a partir de huevos embrionados de gallina, utilizando una tecnología que ha cambiado poco desde la década de 1940; se usan tres subtipos (17D-204, 17DD y 17D-2013), que se consideran equivalentes. Hay 6 fabricantes en el mundo, que, en conjunto, pueden producir entre 50 y 100 millones de dosis anuales. Cuatro de ellos (Brasil, Senegal, Rusia y Francia) están homologados por la OMS y 2 más (China y EE. UU.) producen vacunas solo para su mercado nacional.

Los requisitos de la OMS establecen que las vacunas han de contener un mínimo de 103,0·UI, pero no marca ningún máximo, y resulta que varios fabricantes ponen en el mercado lotes con contenidos de hasta 106,5 UI (mil veces mayor). Las reservas estratégicas de la OMS alcanzan a 6 millones de dosis, pero esta cantidad se ha demostrado insuficiente en situaciones especiales, como la actual. Parece claro que se necesita aumentar la producción de vacunas, pero también otros enfoques podrían ayudar:

  • Incremento de las reservas estratégicas.
  • Establecimiento de un contenido máximo de cada unidad (algún estudio ha demostrado que 1/50 de alguna de las vacunas producidas proporciona suficiente protección).
    • Según esto, las vacunas actuales (liofilizado) se podrían diluir en una mayor cantidad de disolvente y obtener, así, un número mayor de dosis, pero no se ha comprobado aún la estabilidad de la solución elaborada de esta forma.
    • También podría inyectarse una fracción de la dosis estándar (0,5 ml), pero esto debe garantizar que cada individuo vacunado recibe una cantidad suficiente.
    • La efectividad del fraccionamiento de la dosis en lactantes pequeños (a partir de los 6-9 meses de edad) no ha sido comprobada por el momento.
  • Uso de la vía intradérmica en vez de la intramuscular o subcutánea. Este enfoque es prometedor, pero requiere de más estudios.
  • Fabricación de vacunas a partir de cultivos celulares, en vez de los huevos embrionados. Un fabricante (Sanofi-Pasteur) produce vacunas (en fases de investigación avanzadas) frente al dengue y a la encefalitis japonesa (EJ) a partir de un virus de la fiebre amarilla (FA), genéticamente modificado, que expresa en superficie genes de los virus del dengue y la EJ (virus quiméricos FA/Dengue y FA/EJ), cultivado en células Vero de riñón de mono.
  • Estudios de la secuencia genómica de los virus salvajes y su evolución y comportamiento en distintas regiones del mundo.

Estas son las variables que dilucidarán hasta dónde llegarán las dificultades de abastecimiento de vacunas de elevada efectividad y si, finalmente, se podrá conseguir el control de la fiebre amarilla en el mundo.

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